Descripción
Siendo el cultivo el que le otorga las virtudes de sabor y nutrientes al cacao, buscamos insertar el cultivo a un sistema de agricultura regenerativa que cuide y rescate la biodiversidad en los cacaotales, capture carbono en suelos, contemple un manejo agroforestal y de policultivos sostenible y que permita a las mujeres productoras seguir potenciando su rol en la agricultura.
En esta bolsa va contenido un pedacito de la identidad de Tabasco, en especial contiene la historia de una hacienda cacaotera al noroeste de Tabasco, en Tecolutilla, llamada “La Campesina” donde un grupo de mujeres llamadas “Embajadoras del cacao” rescatan cultura, tradición y suelos a través del chocolate real[AP1] .
Estela Lázaro fundó “La Campesina” y las “Embajadoras del cacao” con 2 objetivos claros; preservar las tradiciones y preservar el medio ambiente.
¿El cacao puede hacerlo posible?
La tradición familiar que se ha forjado en la familia de Estela gracias a su abuelo y padres se mantiene viva si siguen produciendo cacao. Al seguir produciendo cacao se mantienen vivos también los árboles que dan sombra al cacao, Estela va mucho más allá al ayudar a mantener vivo todo un ecosistema propicio para el cacao, comenzando por mantener vivo el suelo que sustenta los cacaotales, al cual alimentan con composta orgánica, tierra negra y abono de cacao. Estela entrena a productores de su comunidad para la producción agroecológica del cacao: “del cacao no se desperdicia nada” dicen los productores, su misión es generar un
desarrollo local sostenible.
Esto los ha llevado a reforestar alrededor de 10 hectáreas de cacao y han rescatado cacaos nativos. Es así como los productores han asumido un papel de protectores del ciclo de vida latente y presente que tienen frente a sus ojos: hongos, abejas, mariposas, mosquitos, etcétera, todos aportan, ellos lo saben, por eso lo cuidan.
En palabras de Estela: “Es responsabilidad del productor fomentar el respeto y cuidado a cada especie tanto animal como flor y planta hace que este ciclo se desarrolle adecuadamente obteniendo como resultado un chocolate lleno de virtudes tradicionales con esencia a Tabasco”.
Un chocolate tan lleno de virtudes sólo puede ser procesado con el mismo amor que se deposita al plantarlo, protegiendo y cuidando sus elementos, sin incorporar químicos y transformarlo de maneras tradicionales, artesanales, para que a la mesa de quien lo consuma llegue un chocolate real.
Este chocolate no solo es un alimento que nutre y está lleno de tradición y cultura, es una unión de esfuerzos y trabajo comunitario para cuidar y apapachar al consumidor, cuidar de los productores a quienes llega un precio justo por labor, cuidar de un legado que busca preservarse, y cuidar de la naturaleza y los suelos.
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